La Justicia autorizó la demolición del edificio Marconetti en el que viven más de 20 familias. Su derribamiento era necesario para el paso del Metrobús de la avenida Paseo Colón.

La resolución de la Sala I de la Cámara de apelaciones en lo Contencioso, Administrativo y Tributario, firmada el 29 de diciembre del año pasado, hace caer la medida tomada en primera instancia a favor de los vecinos que habitan el inmueble.

Las juezas Mariana Díaz y Fabiana Schafrik señalaron en el fallo que la desocupación

“deberá desarrollarse sin que ello implique dejar en situación de desamparo a las personas que habitan la unidad en cuestión —ni el abandono o menoscabo de sus pertenencias— quienes deberán ser adecuadamente asistidas” por el Gobierno de la Ciudad.

A pesar de que AVISPADOS intentó conocer si la Ciudad efectuará finalmente la demolición, hasta el momento de esta publicación no había tenido respuesta.

 

Una historia de largo recorrido

 

Anunciado en 2013 junto a otras cuatro obras de Metrobus, el de la avenida Paseo Colón (que iba a unir La Boca con Plaza de Mayo) es el único carril exclusivo para colectivos que todavía no empezó a construirse. Para su desarrollo, se necesitaba el ensanchamiento de varios tramos del pavimento, por lo que se había anunciado la demolición de inmuebles como el Marconetti, el Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia (Caina) o el Centro Educativo Isauro Arancibia (ver aparte).

El Marconetti, ubicado en Paseo Colón 1574/1580/1588/1598, fue expropiado por la Municipalidad porteña en 1987 y, para el Gobierno, representa “una típica ocupación ilegítima del dominio público de la Ciudad”.

Por decreto, en abril de 2014 el mandatario Mauricio Macri había ordenado el desalojo de los vecinos que viven allí. Sin embargo, una mujer había logrado frenar la decisión mediante una medida cautelar, desestimada por Díaz y Schafrik.

El argumento de las juezas fue que la vecina no había podido demostrar que poseía “permiso o autorización alguna emanada de un órgano competente del Gobierno que habilite la ocupación del inmueble en cuestión”. Y concluyeron: “La demandante únicamente manifestó haber suscripto un contrato de locación con la sociedad anónima a la cual pertenecía anteriormente el inmueble, habiendo vencido éste en el año 1984”.

 

 

Susana Reyes: “Tirar abajo semejante edificio sería totalmente ilógico”

Las obras de remodelación de la escuela Isauro Arancibia comenzaron en marzo del año pasado, después de un amparo de la jueza Patricia López Vergara por un pedido de la Asesoría Tutelar.

En el edificio se invirtieron los 14 millones de pesos que en 2011 la Legislatura nos había destinado tras la venta de las torres Catalinas. Durante todo 2015 estuvimos en el primer piso, ya que en planta baja y subsuelo se estaban llevando a cabo las obras de remodelación.

Entonces, esperamos que no se vuelva atrás. Porque, ¿para qué se invirtió y arregló el edificio? ¿Para ahora destruirlo? Además, la Ciudad no tiene inmuebles como para que funcione una escuela. Tirar abajo semejante lugar que ha sido remodelado por completo sería totalmente ilógico.

El Isauro Arancibia es un colegio integral. Es una escuela primaria de adultos dependiente del Ministerio de Educación a la que concurren chicos y chicas desde los 14 años, que en su mayoría viven en situación de calle.

La actividad empezó en 1998, cuando la escuela funcionaba como un centro educativo para adultos. Y el Isauro se fue construyendo entre todos, porque los chicos tomaban ese lugar como espacio para aprender.

Actualmente, hay unos 220 alumnos y alumnas en la escuela primaria. Además, brindamos acompañamiento para aquellos que quieren seguir la escuela media, tenemos un jardín maternal para hijos e hijas de los estudiantes, un Centro de Formación Profesional y un grado de nivelación para los menores de 14 años que depende de una primaria común. En total, pasan por la escuela más de 300 pibes.

Ellos toman la escuela como su lugar, donde hacer pie, donde aprender, donde pueden proyectar un futuro. En el Isauro desayunan, almuerzan, y sobre todo reciben aprendizajes sociales. En la calle están acostumbrados al desprecio y al maltrato, mientras que en la escuela son amados y mirados. Entonces proyectan lo mejor que tienen. Tratamos de potenciar lo que saben y las cosas hermosas que pueden dar.