Por Victoria Richter, integrante de la Asociación Civil por la Justicia Ambiental.
Los humedales son fundamentales porque regulan las inundaciones, filtran nuestra agua potable y son el mayor resguardo de biodiversidad. Es allí donde la fauna y la flora puede reproducirse y sobrevivir. Todas estas cosas pasan ahí y, sin embargo, no hemos logrado protegerlos a través de una ley que permita dirimir el uso del suelo y ordenar qué se hace sobre los humedales, que implican un cuarto del territorio de nuestro país.
El proyecto de ley para su protección fue sancionado dos veces en el Senado, que se supone que es el lugar más difícil porque es donde se encuentran los ex gobernadores y donde se juegan todos los intereses de las provincias. Pero las dos veces naufragó en la Cámara de Diputados. ¿Qué conflictos estaban ocultos y no aparecieron?
Pasaron distintas cosas. Por un lado, no alcanzó la presión popular de las organizaciones que aguantaron más de ocho años de estar detrás de la sanción del proyecto.
Por el otro, estaban los intereses de los lobbys, de las inmobiliarias que desfilaban por los despachos de los legisladores, de las arroceras, del sector forestal, de los productores de Corrientes y de todos aquellos que se oponen al ordenamiento del suelo, que es en definitiva lo que viene a marcar esta norma: qué usos se le pueden dar a estos ecosistemas y qué no se puede hacer para no destruirlos. Estas fueron las cuestiones que no estaban explicitadas, no estaban dichas, pero que hicieron que el documento no pudiera avanzar.
¿Significa que no se puede hacer nada? No, significa que es necesario redoblar los esfuerzos. A principios de este año, cuando empezaron los incendios en el Delta del Paraná no había ningún proyecto presentado. Ahora hay ocho proyectos, cinco en diputados y tres en senadores. Creo que esto ilustra por sí mismo la importancia de la participación de todos y todas.
Nosotros estamos activando por una Ley de Humedales que pueda proteger el hábitat, que sirva para defenderlos de los barrios privados, de las fumigaciones y de todos los usos inapropiados que se hacen con ellos, que impiden que cumplan su función ecosistémica.
La presión social es la que hace avanzar la protección a la naturaleza. Todavía ni el sistema político, ni el sistema económico tomaron nota de que la sociedad ya está harta de que se destruya el medio ambiente. Por eso, la participación de cada uno de nosotros, de cada persona, es fundamental para el cuidado de los territorios.
El día que se apruebe la norma, va a haber que hacerla cumplir. Ese va a ser el día 1. Nos esperan todos esos desafíos, pero creo que podemos lograrlo.
